Cada año, en el Día Mundial de los
Docentes reconocemos la labor inconmensurable de los docentes de todo el
mundo. Día tras día y año tras año, estos hombres y mujeres entregados
guían y acompañan a sus alumnos por el mundo del aprendizaje,
ayudándoles a descubrir y desarrollar su potencial. De ese modo, los
docentes no solo configuran el futuro individual de millones de niños,
sino que contribuyen también a conformar un mundo mejor para todos.
La Agenda 2030 para el Desarrollo
Sostenible establece ese vínculo crucial entre educación y desarrollo.
Al aprobar el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4, los dirigentes
mundiales se comprometieron a “garantizar una educación inclusiva y
equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente
para todos”. Este objetivo no podrá alcanzarse si no incrementamos el
número de docentes cualificados y los empoderamos para que sean agentes
de un cambio educativo en la vida de sus alumnos.
La situación es urgente. Para lograr la
enseñanza primaria universal de aquí a 2030, necesitamos 24,4 millones
más de docentes. La cifra es aún mayor para la enseñanza secundaria: se
necesitan 44,4 millones más de profesores de secundaria.
¿Cómo podemos atraer a esas personas a
la profesión vital de la enseñanza cuando tantos docentes de todo el
mundo están insuficientemente formados, remunerados y valorados?
Aún hay numerosos docentes que trabajan
con contratos y remuneraciones inadecuados. A menudo viven en
condiciones difíciles y no disponen de la formación inicial, el
perfeccionamiento profesional continuo y el apoyo constante que
requieren. En ocasiones son víctimas de discriminación e incluso de
ataques violentos.
La docencia podría ser una profesión
atractiva y de primera opción si los docentes fueran valorados de
acuerdo con el inmenso valor que aportan a nuestros niños, y si su
condición profesional como educadores reflejara la profunda repercusión
que tiene su profesión en nuestro futuro compartido.
Ello significa ofrecerles formación y
perfeccionamiento permanentes para apoyarlos en su función crucial de
educar a todos los niños en todos los contextos, incluidas las
comunidades más pobres y remotas y las comunidades en crisis. Significa
también compensarles en consecuencia y brindarles las herramientas que
necesitan para desempeñar su labor indispensable. Significa adoptar
políticas que protejan y refuercen la condición de los docentes,
empezando por permitirles participar y tener una función activa en la
toma de decisiones que afectan a su trabajo. Y significa mejorar la
eficiencia y la eficacia de los sistemas educativos en todos los
niveles.
Hace hoy cincuenta años, estos
principios fueron consagrados en un texto de referencia, la
Recomendación de la UNESCO y la OIT relativa a la Situación del Personal
Docente de 1966, con el que se logró el primer instrumento normativo
internacional sobre los docentes. Desde esa fecha, hemos logrado enormes
avances en la mejora de la condición de los docentes, pero aún queda
mucho más por hacer.
El Día Mundial de los Docentes 2019 está
dedicado a celebrar ese hito reafirmando nuestro compromiso con las
exigencias y aspiraciones que representa, y también redoblando esfuerzos
para alcanzarlas. Los docentes del mundo —y los niños del mundo— no se
merecen menos.
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